Envejecimiento
Un neumático envejecido puede ver afectado en gran medida sus
prestaciones y rendimientos.
El envejecimiento de un neumático no solo depende de su fecha de
fabricación. Su tiempo de vida depende en gran medida de las condiciones de
almacenamiento y del uso posterior que le demos.
Por ejemplo, un neumático que se haya almacenado cerca de un
transformador de alta tensión puede presentar, en pocos días, daños
irreversibles, como grietas que van a comprometer seriamente sus prestaciones.
Los neumáticos envejecen aunque no se utilicen o se usen ocasionalmente.
Un envejecimiento de los neumáticos puede tener como consecuencia
una pérdida de agarre.
Consejos para alargar la vida del
neumático
Los neumáticos están compuestos de materiales y componentes a base de
caucho. Mantener intactas esas propiedades son esenciales para garantizar un
buen funcionamiento.
Las propiedades de un neumático evolucionan con el tiempo, dependiendo de
los factores a los que esté expuesto durante su vida; las condiciones de
almacenamiento, las condiciones ambientales de uso y su utilización dinámica
(carga, velocidad, aceleración, presión, frenazos,…).
Los factores de envejecimiento son tan variables que es muy difícil
prever la vida útil de un neumático.
Es evidente que la banda de rodadura del neumático garantiza la
adherencia al suelo. A mayor desgaste, habrá menor capacidad de evacuar el agua
que exista entre el neumático y el suelo, así que habrá que reducir la
velocidad sobre suelo mojado.
El kilometraje final de una cubierta va a depender de diferentes factores.
Algunos dependen directamente del motorista, como la presión de inflado, peso
sobre la moto, velocidad, aceleración, frenado, estilo de conducción,…. Hay otros
factores externos que requieren que el estilo de conducción se adapte al tipo
de superficie, tipo de carretera, sinuosidad del asfalto, tipo de recubrimiento,
temperatura del ambiente,…
La influencia de uno solo de estos factores puede pasar desapercibida
sobre las prestaciones y rendimientos del neumático, pero la suma de varios
factores, provocaran una mayor degradación y desgaste.
¿Cuándo y cómo controlar los
neumáticos?
Es muy importante pasar revisiones periódicas por personal cualificado.
El desgaste debe comprobarse siempre en varios puntos de la banda de
rodadura.
La huella del neumático debe disponer, como mínimo, de una profundidad
de 1.6 mm en cualquier punto de los surcos principales de la banda de rodadura.
Los especialistas recomiendan no utilizar neumáticos con menos de 2 mm.
No olvidemos que los neumáticos disponen de unos testigos de desgaste,
que no son otra cosa que unos pequeños trozos de goma que van intercalados
entre los surcos. Cuando los tacos que dan forma a la huella se desgastan y
quedan a la altura de los testigos, nos indican que la vida útil del
neumático está llegando a su fin, en ese caso
sería recomendable su pronta sustitución por motivos evidentes de seguridad y
pérdida progresiva de adherencia, sobre todo en calzadas mojadas.
Una forma muy sencilla, aunque no exacta de
comprobar la profundidad de los surcos, es utilizar una moneda de un euro. Como
se ve en la foto, si introducimos la moneda en un surco de la banda de rodadura
y podemos ver la parte dorada de la moneda en contacto con la goma,
podemos afirmar que el desgaste es apreciable y debemos pensar en cambiar el neumático,
antes de comprometer nuestra seguridad.
Debemos comprobar regularmente los neumáticos para detectar un desgaste
irregular y posibles daños.
- En la banda de rodadura: debemos comprobar que no haya cuerpos extraños, cortes
o desgaste irregular.
- En los flancos: debemos comprobar que no haya daños causados por golpes
(bordillos, baches…), cortes, grietas o deformaciones anormales.
- En la zona de agarre a la llanta: debemos comprobar que no haya rayados y
deterioros de la llanta.
Un desgaste anormal e irregular en zonas aisladas, en el centro, en los
bordes, puede esconder un problema mecánico, como puede ser una incorrecta
alineación de la rueda, problema de equilibrado, problema de suspensión o de
transmisión, también puede estar provocado por una presión inadecuada.
Reparación de un neumático
Un neumático puede resultar gravemente dañado si choca contra un
objeto sólido en la carretera como un bordillo, bache u objeto puntiagudo.
Cualquier perforación, corte o deformación visible en la banda de
rodadura, en los flancos o en la zona de agarre, tanto en la parte interna y en
la externa, deben ser examinados en profundidad por personal cualificado. Esto
también se aplica a cualquier deterioro que observemos en las llantas.
No debemos reutilizar neumáticos que presenten daños o deformidades, o
tengan las gomas o capas despegadas, o se hayan deteriorado a causa de
sustancias grasas o corrosivas, o presenten grietas o abrasión en las gomas
interiores debido a la conducción con baja presión.
Los fabricantes recomiendan el uso de parches solo cuando el pinchazo sea
de pequeñas proporciones y cuando lo
realice personal cualificado. Nunca se debe poner un parche en el exterior de
un neumático. En cuanto a los kits de reparación rápidos, solo sirven para
llegar al taller más cercano, nunca es una solución definitiva. Es más, algunos
fabricantes apuntan sobre los efectos secundarios que pueden producir en los componentes
de la goma.
Importante:
- No superar los 80 km/h durante las primeras 24 horas después de la
reparación de un pinchazo.
- No circular a más de 130 km/h con un neumático reparado con parches, ya que al reparar un neumático, este
pierde código de velocidad.
Nunca debemos
reparar un neumático que presente los siguientes daños:
- Pinchazos o rajas en el flanco
- Aro del talón a la vista o deformado
- Gomas o lonas con pliegues
- Deterioro provocado por elementos grasos o corrosivos
- Asperezas o jaspeas duras de las gomas interiores provocadas por una
presión insuficiente
Para la limpieza de los neumáticos no debemos utilizar productos de
limpieza comunes, estos pueden degradar las propiedades de la goma. Para la
limpieza de los flancos se recomienda usar un jabón suave disuelto en agua y
enjuagar solo con agua.
Inflado
con nitrógeno
El nitrógeno es un gas inerte, no inflamable, por lo tanto es mucho más
seguro y estable que el aire. Además, el nitrógeno es un gas seco, frente al
aire normal, que es un gas húmedo. De entrada, el nitrógeno contribuye a evitar
la oxidación de ciertos componentes de la rueda como las llantas o el cinturón interno
de acero que recubre los neumáticos, conservando mejor las propiedades y
la flexibilidad del caucho.
Por tanto, teniendo en cuenta que el aire con el que inflamos nuestros
neumáticos tiene un grado elevado de humedad, la evaporación que se produce por
las altas temperaturas de la rodada, aumentan la presión de los neumáticos. De
la misma forma, debido a bajas temperaturas o cuando llevamos un tiempo sin
usar la moto, la humedad se condensa y disminuye la presión de los neumáticos.
En conclusión, el inflado con aire dificulta la tarea de conseguir
una presión estable en los neumáticos por lo que nos vemos obligados a
comprobar más a menudo la presión.
Al ser las moléculas del nitrógeno mayores que las moléculas del oxígeno,
está claro que las pérdidas de presión serán más lentas por las válvulas,
pequeños poros o en la unión llanta neumático. El oxígeno se disipa aproximadamente
unas 3 veces más rápido que el nitrógeno.
Como resumen, el inflado con nitrógeno es una buena opción para mimar
nuestros neumáticos, también podemos destacar las siguientes ventajas:
- Mantiene la presión de los neumáticos durante más tiempo y de forma
más estable.
- No le afectan las altas temperaturas ni sus cambios bruscos.
- Mejora el comportamiento y el agarre de los neumáticos, al ser la presión
y la temperatura más estables.
- Al favorecer el ahorro de combustible conseguimos una menor emisión
de CO2.
- Es compatible con cualquier neumático.
- En caso de pérdida de presión
puede ser un inconveniente que el inflado no es gratis, tiene un coste de entre
2 y 6 euros por neumático y en pocos sitios disponen de nitrógeno. En cualquier
caso podemos inflar el neumático con aire normal, eso sí, perderemos las
ventajas del nitrógeno, al mezclar ambos gases.
El nitrógeno, como resumen, está indicado para
usuarios muy exigentes y para pilotajes en circuitos. Para un usuario normal con
una conducción tranquila y turística no es realmente un beneficio ya que no notaremos
prácticamente diferencias.
Ramón A. Collado Álvarez
Socio N032
Agrupación Motorista Cota Cero